Rioja es famosa por sus vinos de estilo, y nos encantan, pero hay un paisaje en estos pueblos que merece ser reflejado en la copa». Con estas palabras del Master of Wine Andreas Kubach podría definirse a grandes rasgos el espíritu del último proyecto de Península. La compañía de veteranos vinicultores desembarca en Rioja Alavesa de la mano de Gorka Izagirre con el objetivo de ofrecer, bajo la etiqueta Bideona, botellas cargadas de terroir alavés. Hace unos días presentaban en sociedad –tras dos años de obras– una funcional bodega en Villabuena, diseñada para extraer la personalidad de pueblos, parajes o viñas situados entre el Ebro y la Sierra Cantabria.
Rioja Alavesa es apreciada por sus crianzas o reservas frescos y elegantes o por sus vibrantes maceraciones carbónicas, «pero nosotros no íbamos a venir aquí a hacer más de lo mismo», advierte Kubach. Su propósito es romper la dinámica que define a los vinos según su método de elaboración y no en función de las uvas que atesoran. «Estamos ante uno de los terroirs más interesantes del mundo, pero su personalidad se pierde en procesos que lo que hacen es homogeneizar las viñas en vez de mostrar su carácter», explica.
LA TALLA DE UN CHATEAU
Para desarrollar un proyecto con cierta envergadura –de la talla de un gran chateau de Burdeos– se han hecho con las instalaciones de una bodega de Villabuena de Álava que llevaba aparejadas cerca de 300 parcelas diseminadas por Samaniego, Leza, Laguardia, Elciego, Baños de Ebro o Navaridas. Algunas en propiedad, otras de viticultores que colaboran con la bodega. Su edad media ronda los 50 años y hay un buen número de fincas plantadas en los años 20, 30 y 40. «Nos hemos encontrado auténticos tesoros, viñas que pueden contarse entre las mejores parcelas de España o incluso del mundo», presume Kubach.
Hasta ahora, ese patrimonio vitícola acababa disuelto en botellas de crianza o reserva de mayor o menor interés, pero el equipo de Península se propone dar a cada cepa el tratamiento que se merece. Con las más discretas elaboran sus vinos ‘de diario’ a los que han bautizado como ‘Laderas’ (tempranillo) y ‘Cabezadas’ (viura), porque es esa la posición que suelen ocupar en las fincas estas variedades. También elaboran una gama media de blanco y tinto, fresca y refinada, bajo el nombre ‘Las Parcelas’.
Las mejores uvas las reservan para elaborar vinos de pueblo «dignos de tal nombre», capaces de reflejar las particularidades que diferencian al vino de Laguardia del de Villabuena o Leza. Como de momento la D.O.C. Rioja obliga a tener el edificio de la bodega en el pueblo para entrar en dicha categoría, se han inventado marcas como L4GD4, V1BNA o L3Z4. A buen entendedor…
Las primeras añadas las elaboraron en una carpa provisional, mientras construían a contrarreloj la bodega flexible y versátil que necesitaban. «No hemos gastado ni un euro en algo que no vaya a mejorar la calidad del vino», apuntan. Olvídense de edificios suntuarios y arquitectura de autor. La inversión se ha destinado a tecnología punta o depósitos de diversos tamaños para vinificar por separado lo mayor parte de la producción.
Empezó llamándose ‘Badiola’, uno de los apellidos de Gorka Izagirre, pero ha tenido que rebautizarse porque coincidía con una bodega italiana. El nombre elegido, Bideona, evoca ese «buen camino» al que les gustaría que se dirigiera la región. «En la mentalidad vasca hay un anclaje al territorio, una sensibilidad por la naturaleza y una visión a largo plazo –opina Kubach– que tiene mucho que ver con lo que queremos hacer con nuestros vinos».